¿Son cosas que pasan...?
últimamente tengo la impresión, en más de una ocasión, que ponemos
solución a un problema y aparece otro.
Como sabéis, movidos por el
deseo de poner orden al asunto de las ausencias laborales de los empleados públicos, el
Real Decreto Ley 20/2012 introdujo una medida muy comentada y aplaudida. Los
empleados públicos no podrían percibir sus retribuciones íntegras en situación
de IT sino que percibirían un porcentaje dependiendo del número de días que
estuvieran de baja. El artículo 9 del Real Decreto Ley citado, bajo el
título Prestación económica en la situación de incapacidad temporal del
personal al servicio de las Administraciones Públicas, organismos y entidades
dependientes de las mismas y órganos constitucionalesm, fue el encargado de
organizar el asunto, así como la Disposición Adicional decimoctava. Esta
iba dedicada a los asuntos de incapacidad temporal en la Administración General
del Esstado. Por lo que afectaba al resto de Administraciones
Públicas, en el ámbito de sus competencias, podrían adoptar acuerdos al
respecto, dentro de los límites fijados por el Real Decreto Ley 20/2012.
De todos modos, no era mi
intención hablar de leyes en este post, sino de la vida misma y de las
consecuencias que este cambio está ocasionando en nuestros centros de trabajo.
Es cierto, no nos vamos a
engañar, que se ha puesto límite a esas conductas que determinadas personas
- pocas pero ruidosas- venían reiterando más o menos impunemente. Sin embargo, hemos pasado de
escuchar repetidamente las palabras absentismo y ausencias a la palabra
presentismo. Llámese presentismo a la situación que se origina cuando el
empleado acude a su puesto de trabajo aquejado de algún virus, bacteria, etc,
etc., cuyo rendimiento es realmente bajo y cuya consecuencia más directa es el
posible y efectivo contagio entre el resto de los compañeros.
Y digo yo, mañana mismo me paso
por el Servicio de Prevención a solicitar un nuevo EPI (Equipo de protección
individual) para mi puesto de trabajo, ya que el riesgo de sufrir un contagio es
más que moderado.
Este post se debe, sin duda,
a una sensación de malestar generalizado y a la idea de que a pesar de no haber estado en
situación de incapacidad temporal en toda mi vida laboral, (salvo un mes y medio
previo a uno de mis partos, para ser sincera) me veo en el dilema de acudir mañana
a mi puesto de trabajo aunque “haga poco”, es decir, ser presentista, o quedarme en casa incubando no sé
qué cosa.
En fin, si mi estado de salud me
lo permite, mañana estaré como un clavo en mi puesto de trabajo, dando gracias
infinitas por tenerlo y haciendo todo lo que esté en mi mano para contribuir
muy modestamente en que este mundo revuelto vaya tranquilizándose, por la salud
de todos.
Hasta otra.
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