Acabamos semana que
comenzó tras unos días “de descanso” por
Semana Santa.
Hoy es viernes y estoy deseando desconectar de eso a lo que
algunas personas han llamado #Teletrabajo, otras #Telesupervivencia, en una Administración
Pública.
Personalmente, no soy capaz de elegir expresión que me
parezca más apropiada. “Trabajo no presencial” o, quizá, “Trabajo en confinamiento” sería la que
mejor puede definir el modo en el que actualmente me encuentro , y no solo yo,
sino muchas otras personas que tratamos de seguir cumpliendo con nuestra
obligación de la mejor manera que nos permite este dichoso COVID19.
La realidad se impone y lo cierto es que, en la práctica
totalidad de las familias, “nuestra obligación” se ha multiplicado por un
número bastante alto dando lugar a numerosas obligaciones. Puede que no sean
tantas y solo a mi me lo parezca por los efectos que provoca tratar de atender
a todas ellas.
Conciliar se
ha vuelto tan imprescindible como lo es tener un ordenador por familia. Y me
refiero a “conciliar” en su sentido más amplio, aunque son las acepciones 1 y 2
de la RAE las que me
interesa resaltar.
“1. tr. Poner de acuerdo a dos o más personas o cosas.
2. tr. Hacer compatibles dos o más cosas. Conciliar la vida laboral y la vida familiar.
3. tr. Granjear un ánimo o un sentimiento determinados. U.
m. c. prnl.”
Es complicado en muchas ocasiones poner de acuerdo a dos o
más personas y hacer compatibles dos o más cosas. Qué duda cabe, que la
dificultad para alcanzar estas metas aumenta notablemente en situación de confinamiento.
Por ello, la conciliación en estos momentos es más difícil pero más
importante que nunca.
Ahora, cuando conciliar en el ámbito familiar por si solo ya
es complejo (más cuando se trata de una familia numerosa) el conciliar vida
familiar, laboral y personal se vuelve un auténtico reto que solo podrá ser
superado por quien demuestre mucha capacidad de aprendizaje y adaptación,
mucho equilibrio emocional y una buena dosis de paciencia.